Un estudio realizado en la ciudad de Barcelona determinó que aquellos que no tienen acceso a viviendas con espacios verdes tienen más problemas mentales, visitan más al psicólogo y hasta consumen más fármacos destinados a patologías de este tipo.

Entre los ambientalistas, la llamada “regla del 3-30-300” es una especia de fórmula que permite saber si vivimos en zonas verdes o cercanas a ellas. Según se establece, toda persona debe poder ver “al menos 3 árboles desde su casa, tener 30 por ciento de cobertura vegetal en su barrio, y estar a 300 metros de un parque decente”. Si se cumple esta regla, se logra estar en un ambiente verde o amigable, lo que desde hace años se sabe trae beneficios para la salud. Uno de ellos, menos conocido, está vinculado a la salud mental. Un estudio realizado en la ciudad española de Barcelona, analizó ese impacto, y llegó a una conclusión sorprendente: quienes tienen residencia en una zona verde que respeta esta regla, toman menos medicamentos para tratar trastornos mentales. Si bien el trabajo liderado por ISGlobal aclaró que “pocas personas lograron el espacio verde 3-30-300 en Barcelona”, se observaron “beneficios para la salud cuando se cumplió con la regla sustituta completa”. “El verdor de los alrededores residenciales, pero no la vista de la ventana del árbol o el acceso a espacios verdes importantes, se asoció significativamente con una mejor salud mental, menos uso de medicamentos y menos visitas a psicólogos o psiquiatras”, destacó el trabajo, del que participó la Fundación “la Caixa”. “Del estudio se desprende que hay relativamente pocos espacios verdes en Barcelona y que sólo un pequeño porcentaje de personas cumplía con la regla de 3-30-300, a pesar de sus efectos beneficiosos para la salud mental”, explica Mark Nieuwenhuijsen, director de la Iniciativa de Planificación Urbana, Medio Ambiente y Salud de ISGlobal y primer autor del estudio. Según datos de febrero del 2022, en España unos 2.500.00 personas consumen tratamientos como psicofármacos, antidepresivos y ansiolíticos.

El trabajo, cuyo título original es “The evaluation of the 3-30-300 green space rule and mental health”, se basó en una muestra de 3.145 personas de entre 15 y 97 años residentes en Barcelona que participaron en la Encuesta de Salud de Barcelona 2016, impulsada por la Agencia de Salud Pública de Barcelona, y que fueron escogidas de forma aleatoria. El estado de salud mental se evaluó “con el Cuestionario de Salud General de 12 ítems (GHQ-12)”. Entre los resultados, se destaca que “el 18 por ciento de los y las participantes declaraba tener una mala salud mental y el 8,3 por ciento declaraba haber visitado un psicólogo o psicóloga en el último año”. Además, “el 9,4 por ciento declaraba haber tomado tranquilizantes o sedantes y el 8,1 por ciento haber tomado antidepresivos en los últimos dos días”. Además, los datos recogidos en el estudio indican que “sólo el 4,7 por ciento de la población encuestada cumplía con la regla de espacios verdes”. Algo más del 43 por ciento de las personas participantes “tenían al menos tres árboles en un radio de 15 metros desde su casa, el 62,1 por ciento tenía un espacio verde importante en un radio de 300 metros y el 8,7 por ciento vivía en una zona con suficiente verdor circundante. Por el contrario, casi el 22,4 por ciento no tenía ninguno de estos elementos”.

“Hay una necesidad urgente de proporcionar más espacios verdes a la ciudadanía. Quizá tengamos que desenterrar el asfalto y plantar más árboles, lo que no solo mejorará la salud, sino que también reducirá los efectos de la isla de calor y contribuirá a la captura de CO2”, señala Nieuwenhuijsen. “Cualquier iniciativa que lleve a una ciudad más verde supondrá un paso adelante, lo importante es que necesitamos más y más rápido reverdecimiento”, añadió Nieuwenhuijsen, primer autor del estudio. Según el equipo investigador, deberían realizarse estudios similares en ciudades con más cobertura arbórea que Barcelona, ya que la falta de espacios verdes, especialmente de suficiente cobertura arbórea, limita la capacidad de evaluar el aspecto del 30 por ciento de la regla 3-30-300. "La cuestión es hasta qué punto es factible un 30 por ciento de cobertura arbórea, especialmente en ciudades compactas", concluyen los investigadores. Vivir en zonas verdes, destacan las organizaciones ambientales como Greenpeace, mejora la salud mental, ya que “el contacto con espacios verdes se asocia con un menor riesgo de angustia psicológica, de sufrir depresión, ansiedad, y puede mejorar nuestro desarrollo del comportamiento, reduciendo dificultades emocionales y de relaciones sociales”. Sin embargo, este es el primer estudio que incluye la toma de medicamentos, un problema que estalló en la pandemia.

FUENTE: Mirada Profesional